Después de levantar anclas a izar velas por qué este barco ha zarpado ya. Vamos surcando mares, muchas veces navegando contra viento y marea, movidos por esa osadía fortuita de descubrir nuevos horizontes y más retos dispuestos a afrontar.
Ya en alta mar no le temo a los arrecifes ni el sublime canto de las sirenas me distrae más. Esta calma que me ha costado tantas tormentas. ¡Gracias Señor por seguir siendo mi Capitán!